viernes, 10 de octubre de 2014

Piojos y liendres

Los piojos son la cruz de muchos padres. Son unos insectos parasitarios diminutos y desprovistos de alas que proliferan en el cabello de los seres humanos y se alimentan de cantidades sumamente pequeñas de sangre que extraen del cuero cabelludo. Por mucho asco que puedan dar, los piojos son un problema sumamente habitual, sobre todo entre niños de tres a 12 años (más frecuentes en las niñas que en los niños).

Los piojos no son peligrosos y no transmiten ninguna enfermedad, pero son contagiosos y pueden resultar muy molestos. Sus picaduras pueden provocar picazón e inflamación en el cuero cabelludo, y el rascado persistente puede provocar irritación cutánea e incluso infecciones en las áreas afectadas.

Lo más sensato es tratar lo antes posible los piojos en cuanto se recibe el diagnóstico, puesto que se pueden contagiar fácilmente entre personas.

Signos de que un niño tiene piojos
A pesar de su diminuto tamaño, los piojos se pueden ver a simple vista. Lo que usted o el pediatra podrá ver al inspeccionar atentamente la cabeza de un niño que tiene piojos es lo siguiente:

Huevos de piojo (denominados liendres). Antes de eclosionar, tienen el aspecto de puntitos amarillos, marrones o de color mostaza. Los piojos desovan sobre hebras de cabello cerca del cuero cabelludo, donde la temperatura es perfecta para que se mantengan calientes hasta el momento de la eclosión. Las liendres parecen una especie de caspa, con la salvedad de que no se pueden eliminar simplemente cepillando o sacudiendo el pelo.

A menos que la infestación sea considerable, es más frecuente ver liendres en el pelo de un niño que piojos vivos moviéndose por su cuero cabelludo. Los huevos de piojo eclosionan al cabo de entre una y dos semanas de la puesta. Después de eclosionar, la cáscara externa se ve blanca o transparente y sigue firmemente adherida a la hebra de cabello. Esta es la etapa en que resulta más fácil detectar los piojos, ya que, al crecer el cabello, las cáscaras de las liendres se desplazan hacia el exterior, alejándose del cuero cabelludo.

Piojos adultos y ninfas (piojos inmaduros). 
Los piojos adultos no son más grandes que las semillas de sésamo y su color oscila entre el blanco tirando a gris y el canela. Las ninfas son de menor tamaño y se convierten en piojos adultos aproximadamente al cabo de una a dos semanas de la eclosión. La mayoría de los piojos se alimentan de sangre varias veces al día, pero pueden sobrevivir hasta dos días fuera del cuero cabelludo.

Rascado.

Cuando los piojos muerden el cuero cabelludo para alimentarse, viene la picazón y el consecuente rascado. En realidad, se trata de una reacción a la saliva de los piojos. De todos modos, la picazón no siempre empieza de forma inmediata, dependiendo de lo sensible que sea a los piojos la piel del niño. A veces, los niños tardan varias semanas en empezar a rascarse. No obstante, pueden quejarse de que tienen cosas moviéndose o haciéndoles cosquillas por la cabeza.

Bultos rojas tipo pápula provocadas por el rascado. A algunos niños la piel del cuero cabelludo se les irrita solo levemente, pero hay otros que desarrollan erupciones más molestas. Rascarse en exceso puede provocar infecciones bacterianas (la piel se enrojece y se vuelve sensible al tacto, pudiendo formarse costras y haber supuración, lo que a veces va acompañado de inflamación de los ganglios linfáticos). Si el pediatra cree que su hijo padece una infección de este tipo, es posible que le recete un antibiótico administrado por vía oral.

Tal vez pueda ver piojos o liendres separando el cabello de su hijo e inspeccionando con un peine de dientes finos su cuero cabelludo, detrás de las orejas y cerca de la nuca (es poco habitual encontrar piojos en cejas o pestañas).

Puede ayudarle el uso de una buena lupa y una luz potente. Pero no es fácil encontrar ninfas ni piojos adultos, no suele haber muchos y además se mueven deprisa.

Llame al pediatra de su hijo si éste se rasca constantemente la cabeza o se queja de picazón en el cuero cabelludo que no remite. El pediatra de su hijo debería poder determinar si éste tiene piojos y requiere tratamiento. No todos los niños presentan los síntomas típicos de tener piojos y algunos pueden carecer completamente de síntomas.

Asimismo, asegúrese de preguntar en la enfermería del colegio de su hijo o al director de la guardería adonde lo lleve si ha habido más casos de piojos en el centro. Si descubre que su hijo tiene piojos o liendres, informe al respecto al personal de su centro educativo.

Averigüe cuál es la política del centro en lo que respecta a los piojos. La mayoría de centros permiten que los niños regresen al centro cuando hayan completado un tratamiento tópico.

Desde farmaciaenred os dejamos una loción que actúa mediante un proceso físico que recubre y ahoga al piojo.

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